Debido al temblor de 1818, las torres de la Catedral se vinieron abajo, dejando a la iglesia, sin sus campanarios, pues tenía dos.
Por muchos años permaneció así, hasta que, según dice la historia, durante una calurosa tarde de verano en que se había preparado al ilustrísimo señor obispo de Guadalajara, don Diego Aranda y Carpinteiro, un platón con dulces pitayas, muy del gusto y del regusto del prelado, éste las disfrutaba sentado en el quicio de un balcón de su Palacio Episcopal --hoy desaparecido-- y que estaba contra esquina de la iglesia. De momento el obispo se quedó viendo el dibujo en el fondo del plato, de una iglesia que ostentaba dos torres en forma de conos invertidos y levantando la vista hacia las torres, se decidió.
Hizo llamar al arquitecto don Manuel Gómez Ibarra y presentándose, el obispo le mostró el dibujo y le pidió que así las construyeran.
Estas torres son muy especiales, construidas con piedra pómez, para disminuir peso, miden cada una de ellas, sesenta y cinco metros, pero la del norte tiene noventa y un centímetros más, en tanto que la del sur sólo cincuenta y un centímetros.
Recubiertas con azulejos de Sayula en amarillo y azul, son únicas en su género o estilo. Sobre ellas han escrito poetas como Agustín Yáñez y Salvador Novo, que las describen como alcatraces invertidos... barquillos en reposo... Hoy en día son el símbolo de Guadalajara y de los tapatíos.
Ubicación: Av. Alcalde esquina Av. Hidalgo, Centro Histórico de Guadalajara, Jal.
Tren ligero L2: Plaza Universidad.
Tren Ligero L3: Catedral.
Mapa de ubicación:
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